jueves, 22 de junio de 2017

19. Tembleque Mora

Tembleque Mora 25 kms. Viernes 12 de mayo de 2017

Dejándome llevar. La iglesia de todas las batallas.

Almazara en Mora
Tal vez sea porque me esté dejando llevar por la proximidad de la meta o que el terreno sea conocido, aunque nunca haya estado aquí, y esté dejando que mis piernas me guíen. El caso es que me faltan señales por todas partes, me he perdido varias veces y, aunque no he tenido que volver atrás, he deambulado despistado con el suelo arcilloso pegado a las zapatillas. En un momento en que me veo metido en un huerto, al borde de un terraplén, imposible que este sea el buen camino, decido seguir por la carretera y camino más de cinco kilómetros por un arcén siguiendo las indicaciones del tráfico. Cuando estoy llegando a Mora comienza a llover.

He dormido mal y también he desayunado mal. Llevo dos días sin comer fruta y tampoco he hablado casi con nadie. Ayer pensé que ya tenía ganas de llegar. Supongo que este es otro momento de crisis. Si tuviera que seguir andando tendría que cambiar algunas cosas que no sé cuáles son.

La entrada a Mora se hace oliendo a aceitunas machacadas a aceite primario. Toda la población huele así. Mora es como una capital de provincia pequeña. No da sensación de pueblo. Tiene buenos bares y restaurantes. Tiene cosas bonitas pero no es bonito.

La iglesia en medio de la plaza grande es como la iglesia de las batallas. Está llena de alusiones a guerras y muertos. Da lo mismo una placa con alusiones a los Comuneros que a los vecinos de Mora muertos en alguna guerra de África. Insultante es el monumento a los caídos de la guerra civil de 1936. Los caídos del bando golpista. Con todos sus símbolos fascistas: yugo y flechas, aguilucho franquista y el aspa tradicionalista. Todo sobre una cruz.

El hostal El Toledano (15 euros) es un modelo de negocio oportuno. El dueño sabe que hay un flujo de peregrinos constante y ha habilitado un espacio modesto para ellos. Es un piso, con habitaciones de dudosa limpieza y el baño, sin embargo, impoluto. El dueño es enrollado, te regala agua y fruta y te trata con desparpajo dejando que gestiones tú la estancia. Me comenta que está viniendo gente desde enero, que la progresión del número de peregrinos es geométrica y que en dos años este camino estará repleto. Yo también lo creo.

No estoy sobrado de fuerzas para la etapa de mañana de cuarenta kilómetros. Aunque ayer y hoy lo que noto es que estoy un poco aburrido.

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