jueves, 22 de junio de 2017

8. Alpera Higueruela


Alpera Higueruela  27 kms. Lunes 1 de mayo de 2017



El día más bonito. El Camino de la Lana. Todos los paisajes posibles en una jornada.

Me he propuesto no decir de cada día que es el más bonito, pero éste es el que más. Antes de salir, en la panadería El Machero me regalan unos pasteles de boniato por ser caminante. Y este gesto que te distingue hace más bonito aún el camino. Se sale de Alpera por un barranco, un valle profundo rodeado de roca caliza plantado de huertos con agua abundante y con algunos caseríos y molinos; unos abandonados y otros nuevos.
Durante un buen trecho me precede una bandada de jilgueros saltando de mata en mata. Luego valles, rodeados de colinas suaves, un altiplano a más de mil metros, el punto más alto del viaje, con vistas en todas las direcciones sobre Los Llanos de Albacete. Aquí aparecen los molinos de viento, modernos aerogeneradores. Una laguna pequeña, un tramo de camino cubierto de árboles muy grandes: cipreses, acacias, álamos. Muchos conejos al paso y un ciervo en el límite de una finca extensa que anuncia la presencia de la meseta de Castilla.

Alguien me dijo que cuidado con las indicaciones de los lugareños (yo creo que me lo dijo mi hermano Manolo). Me acuerdo cuando uno que va en bici, me indica que los que han puesto las flechas, lo han hecho dando un rodeo y que voy mejor si sigo recto y al llegar al segundo molino… Pienso no hacerle caso, pero cuando llego al cruce en el que debería seguir recto, escucho a mi espalda. ¡To tieso! Y me siento incapaz de desobedecer. No aporta nada la variante y te llenan de inquietud los quilómetros que caminas sin ver las flechas.

La noticia de la mañana es que he podido seguir. El dolor vuelve a aparecer aproximadamente a las dos horas de camino. Suficiente para preocuparme pero menos violento que ayer. Dos horas de morderme el labio y desaparece. Poco a poco, igual que apareció. En cualquier caso, cuando llego estoy agotado. Hago cábalas sobre las razones de esta crisis. Pudo ser la alimentación, me confié, salí sin desayunar; falta de algo, de azúcar o falta de descanso durante el camino; tengo tendencia a no parar y a veces voy deprisa.

Este camino no es el de mi guía del Camino de Levante, pero no será buena la guía que no contemple esta variante llena de sombra y agua potable, incluso para meter los pies, impagable como alternativa a una jornada, que si no es por aquí son cuarenta kilómetros de una vez. Parece cosa de competencias entre los que diseñan un camino y el otro.

Los caseríos abandonados me sugieren la idea de una cultura rural que desaparece. Irá creciendo los días siguientes. A la mitad del recorrido me sale al paso un miembro de la asociación de Amigos del Camino que comprueba que todo va bien y me da un teléfono de un compañero médico del siguiente pueblo para que, si antes de acabar la jornada, tengo algún problema le llame. Tomás, del Cazador, también me dio el suyo. En un caserío bromeo con un hombre que recoge hierba para los conejos:

—¿Para qué coge hierba? coja conejos directamente que hay muchos.
—Es-tas son las Ca-sas de la La-gu na de Al-pe-ra.

Como casi todos los que recorren el camino son extranjeros ha pensado que no me iba a entender y me habla con cuidado, por más que yo le saludo y le hablo en español. Tengo que decirle que soy de Toledo y aún así tarda en reaccionar.

Me ha gustado pasar por Alpera. Aunque solo fuera visión comercial, la atención que prestan al camino, dice mucho bueno. Creo que volveré. En un cruce, cuando llevo más de dos horas caminando se bifurcan los dos caminos. Me parece muy sugerente el trazado del Camino de La Lana y puede que sea el próximo. Si hay próximo.

Higueruela es un pueblo aseado y silencioso. Está muy alto y hace fresco. Tiene una gran empresa vinícola. En el punto más alto, más que la iglesia, hay una torre exenta con un reloj. Rastro de tiempos en que se soñó y se luchó por una sociedad laica. En La Posada te tratan bien, se come y la cama es buena. Ni intento el albergue; es mi nueva política de alojamiento.

Liquido un par de haikus que se me habían atascado los primeros días:
JAZMINES
De veranos, de
amores por venir, de
Alejandría.

AZAHAR
Olor súbito
que te hace exclamar
deseo sentir.




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