Cuando creía que ya estaba todo caminado me llama Luis
Enrique Martínez, mi primo de América, y me dice que está haciendo el Camino de
Santiago francés. Me apetece verle y quedamos en hacer juntos dos jornadas
entre Belorado, Agés y Burgos.
Dia 5 de junio de
2017. Encuentros emocionantes
Viajo en coche desde Toledo a Burgos y allí me encuentro con
Tito, Chus, Javier y Ali, su mujer tailandesa. El encuentro es formidable y me
da pereza despedirme. A las seis viajo a Belorado y descubro un camino exuberante,
lleno de estímulos para el peregrino: Señales, albergues, tiendas, gente que
vive para el camino y del camino, las iglesias abiertas y con albergues. No era
una utopía lo que yo pensaba que podría ser el Camino de Levante. Simplemente,
aquí ya ha llegado el camión de la Coca Cola. Aquel que vi pasar en la etapa
tercera de mi recorrido, antes de llegar a Canals.
Me encuentro con mi primo (un año más que yo) que está haciendo
el camino como un campeón y nos alegramos mucho, mucho de vernos.
Día 6 de junio de
2017. Belorado Agés, pasando por San Juan de Ortega. 27 kms.
La mitad del camino pasada por agua. Bosques de robles y
pinos y una luz distinta a lo que traigo visto del otro camino. Menos flores,
más árboles, otros verdes. Llegamos a Agés, que es un pueblo medieval muy
bonito que existe gracias al camino.
Lo que más me llama la atención es la cantidad de peregrinos
(o lo que sea). Siempre llevas a alguien delante y, seguramente, detrás. Luis va
envuelto en un grupo con el que va coincidiendo desde Roncesvalles. La mayoría
americanos.
Dormiremos en un albergue convencional: ocho camas, literas,
bastante juntas.
No paramos de hablar, de todo un poco. Luis está bastante
atento a la memoria familiar.
Hemos cruzado la Sierra de la Demanda y Atapuerca que queda
para un viaje turístico, con San Juan de Ortega y las iglesias y oratorios
rupestres que se adivinan en la roca.
Sentado al sol de la tarde en Agés, con los peregrinos
ocupando las calles, estoy pensando,
¿Quién puede?
este martes de junio
un seis de junio
un día entero de junio
estar en el camino
a las cuatro
a las cinco
sentado al sol
con una cerveza
al olor de un guiso
con guisantes
chocolate de tabaco
de pipa.
Carteles que anuncian,
naranja sobre rojo,
un albergue
un restaurante
uno dos bares restaurantes
muchos platos combinados
excursiones al yacimiento
yacer en literas
de Atapuerca
de San Juan.
Se fueron las nubes
que amenazaban tormenta
que dieron el agua
que anunciaron.
Lavaron camisetas
y las tendieron,
peregrinos, al sol,
lavaron sus pelos
lavaron sus bragas
que envolvieron en toallas
que tendieron, al sol
pusieron sus cabellos
sus muslos
sus caras al sol
con la blusa arrugada
que salió del zurrón
sacaron las blusas al sol
pusieron sus pies
en chanclas de goma
rieron al sol, peregrinos
que miraban
los hombros al sol
las nucas al sol,
los muslos de mujeres
de muchachas al sol.
Día 7 de junio de
2017. Agés Burgos 20 kms. De paisajes ondulados.
Una continua parafernalia boy-scout: círculos de piedras, tótems
de madera y puestos de bebidas en el camino. Llegada a Burgos por infinitos
polígonos industriales que desesperan a quienes se creen que con ver Burgos en la lejanía ya
han llegado.
En la plaza de la catedral, un oscense que se ha pegado al
grupo de americanas amigas de Luis me lo deja claro:
—¿Qué para hacer el Camino de Santiago hay que saber inglés?
¿Tú crees? Se queda un poco fuera de juego y antes de que conteste bromeo con él:
—Será para ligar.
Sin saberlo ha hecho el retrato que yo no hubiera hecho
mejor. Realmente ha llegado el camión de la Coca Cola al Camino de Santiago.
Me despido de mi primo y de Tito con absoluta nostalgia de
su compañía y su amistad. No creo que nunca haga el Camino de Santiago.
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